Es ya un lugar comúnmente aceptado el afirmar que los partidos de ámbito estatal ven muy influidos sus resultados electorales en Euskadi por el momento político que atraviesen sus siglas en la política española. Si se puede aplicar a alguna formación política esta premisa, esa sin duda alguna es Elkarrekin Podemos-IU.

Los morados vascos arrastran desde su aparición una situación peculiar de inicio. Una de sus características viene dada por la falta de tradición histórica. Si exceptuamos las siglas IU, la creación de Podemos tuvo como momento germinal al movimiento del 15 M y a su epicentro en la Plaza del Sol de Madrid. Hoy el argumentario de Elkarrekin Podemos-IU sigue más pegado al pavimento del kilómetro cero del Estado español que a la sociedad vasca a la que han apelado durante estas dos semanas.

Condicionados como siempre han estado por una dirección presidencialista y en exceso mediática, no han sabido o no han querido romper con esa dinámica. El pertinaz desembarco de los recién estrenados ministros, ministras y demás caras conocidas ha restado protagonismo a la candidata y ahondado en discursos desbordantes de alegría y tópicos. Cada acto empequeñecía el ya de por sí diminuto discurso vasco. Por si fuera poco, traían al recuerdo del electorado el sainete podemita, trufado de bailes de rupturas sentimentales con amigos que lo fueron o la rápida adaptación a una forma de vida que con tanto ahínco se criticó.

La idea fuerza y los soportes de campaña eran tan claros como equivocados. PSE-EE y EH Bildu, no solo no deseaban la foto de un posible tripartito en el imaginario del electorado actual sino que, además, albergaban la esperanza, fundada como se ha podido ver, de arrasar en el desencantado caladero morado. Sin embargo, la candidata de Elkarrekin Podemos-IU, Miren Gorrotxategi, en ningún momento ha desperdiciado la ocasión para insistir una y otra vez en ello. Por si fuera poco, los videos y demás parafernalia no se han adaptado a un electorado ni a un contexto que no están para bromas de colegio mayor.

Estos dos errores y la incansable incidencia en ellos sorprende a los ajenos al universo podemita, pero a su vez, resultan esclarecedores de cómo funciona y alrededor de qué astros gira el universo morado. La meteórica eclosión de contradicciones, errores y cuatro secretarios generales después, hacen que hoy miremos a los resultados de hace cinco años como algo que sucedió hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana.

Artículo publicado en el Grupo Noticias el 12de julio de 2020

la culpa no es del chachachá

Este viernes se pone fin a la primera de las elecciones de la nueva normalidad. Una normalidad que entre otras muchas incertidumbres, electoralmente hablando conlleva la duda de cuál puede ser el nivel de abstención. A buen seguro, y aunque lo nieguen con todas sus fuerzas, más de uno dormirá con los dedos cruzados y el diente bajo la almohada a ver si el Ratoncito Pérez le trae un alto nivel de abstención. No lo admitirán, pero la campaña que algunos han hecho parecía más dirigida a conseguir que el electorado se quede en casa este domingo que a animar a votar. Si no, es difícil de entender determinados discursos. Pero si aún así se acercan a su colegio electoral sepan, han venido a decir, que la culpa de todo la tiene el PNV y por extensión el Lehendakari Iñigo Urkullu. Con ese mantra, unido al deseo de ocupar el espacio electoral jeltzale, han consumido las dos semanas.

El dúo compuesto por el Partido Popular y Ciudadanos venía de aguar su vino ante el Árbol de Gernika. Si allí las garrafas de Cuponazo y la reforma electoral se quedaron en la trastienda, el miércoles su presidente Pablo Casado, participó en un acto que no se sabía si se trataba de un mitin o una rueda de prensa sin preguntas. Lo mismo hablaba del Presidente Sánchez, de su Vicepresidente Pablo Iglesias o de Felipe IV. Todo para acabar sentenciando que si el sin dios por el que camina la España unida en lo universal es achacable al PNV, que es quien lo mantiene. El PNV sostén del Gobierno rojo-chavista.

Elkarrekin Podemos sigue con el desfile de miembros del Gobierno español. Vienen a decirnos que los vascos somos de izquierda, pero nos equivocamos al introducir la papeleta en la urna. Los periféricos somos así, nos tienen que explicar mentes más cosmopolitas cómo hemos de votar. No es que seamos tontos, es que estamos poco viajados. Eso no lo dicen, pero lo piensan. Ellos sí que viajan, pero la pesada maleta de su estructura mental vuelve tan intacta de prejuicios como venía.

Además, olvidan decir que los votos de esa derecha vasca, culpable por defecto de que no haya un tripartito de izquierdas, es la que sustenta la mayoría parlamentaria que les permite ocupar el sillón del Ministerio.

Idoia Mendia se ha presentado en estas dos semanas como el somnífero que mantiene a raya los sueños independentistas jeltzales; la dormidera que mantiene la fiera tranquila. Su principal aval es el de aplacar la querencia al abismo del PNV. Una suerte de Thelma que no permitirá que Louise pise el acelerador.

Justo lo contrario de lo que opina EH Bildu. Si no hay independencia es por el PNV. Según Arnaldo Otegi, si el Lehendakari Agirre hubiera seguido jugando, en eterna infancia, en el jardín de la casa familiar con Telesforo Monzón otro gayo nos hubiera cantado. Buen intento de giro a la Historia. Lástima de las decisiones que tomó el de Bergara junto a Herri Batasuna, por no hablar de la otra sigla. Agua de desmemoria sobre los últimos cuarenta años de la izquierda abertzale y el mismo culpable.

Artículo publicado por el Grupo Noticias el 10 de julio de 2020.

Fascismo y desmemoria

La campaña avanza, los mensajes se aceran y comienza la búsqueda del cuerpo a cuerpo. Se vislumbran movimientos tácticos para despertar sectores del electorado que puedan decantar de qué lado caen esos escaños capaces de complicar o favorecer un resultado. El presidente del PNV, Andoni Ortúzar advierte sobre un posible tripartito de izquierdas, Idoia Mendia aclara horas después que hoy por hoy esa coalición de Gobierno es imposible y que sus votos no facilitarán la Lehendakaritza a EH Bildu. ¿Acción, reacción?. Elkarrekin Podemos insiste, para desconsuelo de sus pretendidos compañeros de Gobierno, en la idea del tripartito. Socialistas y EH Bildu, parecen mucho más centrados en sus propios resultados electorales que en una coalición que sólo con mentarla puede movilizar a una parte del electorado en sentido contrario al deseado.

Conscientes que augurar el futuro se presenta harto difícil en el actual presente, EH Bildu ha optado por mirar al pasado como vía para buscar la confrontación con el Lehendakari Iñigo Urkullu. Su candidata, más experimentada que hace unos años y con buen manejo de las claves comunicativas, enfiló la proa directamente hacia el candidato jeltzale y, queriendo o sin quererlo, a una buena parte de su base social. Lo hizo hablando de Derechos Humanos, de equidistancia y de fascismo. Lo hizo en Donostia/ San Sebastián y junto a la Paloma de la Paz, obra escultórica a cuyo nombre las donostiarras dieron significado a finales de la década de los noventa. Donostia, la ciudad que tiene el dudoso honor de ser la ciudad donde mayor número de asesinatos perpetró ETA, la que, hasta los atentados yihaidistas del 11M en Madrid, encabezaba el terrible ranking de ser la ciudad con más personas asesinadas por el terrorismo en el Estado. En la misma ciudad en la que gritaban ETA, matalos a cara descubierta y a pleno pulmón, Iriarte habló de Derechos Humanos, pero se olvidó de citar a los principales perpretadores de su vulneración.

Queriéndolo o no, la candidata de EHBildu pulsó el botón de la memoria histórica reciente de San Sebastián y de paso la de toda Euskadi. Un pasado triste en el que la izquierda abertzale tenía una idea clara de quién y en qué consistía ser seguidor del Fascio: fascistas todos los que secundaban las manifestaciones y gestos en los que con el silencio se solicitó que los terroristas dejaran de asesinar; sin siglas, pues hubo concentraciones contra todo tipo de violaciones de derechos humanos, tortura incluida. Fascistas las decenas de miles de ciudadanas que participaron en manifestaciones multitudinarias. Facciosos los pequeños grupos de personas que salían a gritar en silencio en todas las localidades de Euskal Herria. Fascistas los del lazo azul.

Iriarte en su equidistancia, ante un pasado de violencias en abstracto, sin autorías, sin cronología ni condenas, nos ha retrotraído a aquel tiempo en el que la inmensa mayoría de la sociedad vasca fue declarada fascista por quienes mejor aplicaron la dialéctica de los puños y las pistolas: la izquierda abertzale a la que hoy representa.

Artículo publicado por Grupo Noticias el 3 de julio de 2020

La campaña electoral encara su recta final. A partir del miércoles, rush final; días en los que ya no se puede fallar. El margen de maniobra se achica y el cansancio puede ser el peor enemigo de los candidatos; quien cometa un error lo puede pagar caro. Desde las tribunas se moverán los sondeos, las encuestas, los pronósticos. A menudo, son las expectativas, no los resultados, los que convierten una victoria en algo pírrico y los que hacen que una derrota tenga sabor dulce. Las campañas importan y por eso los dirigentes de los partidos de ámbito estatal se acercan a Euskadi. Aparecen con ánimo de echar una mano, pero algunas visitas más que una ayuda son una mano al pescuezo.

Ayer, Pablo Echenique, parlamentario de Unidas Podemos en el parlamento español se acercó a apoyar a sus colegas de Elkarrekin Podemos. La Ministra de Igualdad, Irene Montero, ya lo hizo durante la semana. Ambas, parecen personas que no sé si han tocado el cielo con los dedos o ha sido el cielo el que ha caído sobre sus cabezas, pero que han dejado claro que ya que no viven en las nubes de la utopía. Por ahí viene lo complicado; coordinar discurso con el de sus compañeros en Euskadi. Estos últimos continúan empeñados con el tripartito de izquierdas. Todo ello envuelto en algún soporte electoral más propio de una elección al consejo de Estudiantes que a las elecciones al Parlamento Vasco.

También los socialistas tienen quien les visite. El tirón de algunas caras del Gobierno pudiera ser previsible hacer cuatro meses, pero la de Salvador Illa, actual Ministro de Sanidad, a buen seguro no constaba en las apuestas. Si la llegada a su tierra de la Ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González, le permitió a Idoia Mendia hablar de Europa, la de Pedro Sánchez ha servido para reforzar la idea de la unidad del Estado español frente a la pretensión que tienen otros nacionalismos por desunir.

El Partido Popular vasco viene gozando del apoyo permanente de la dirección de Génova. Su presidente, Pablo Casado, se ha prodigado mucho por estos lares a lo largo de esta campaña electoral. Ayer fue el turno de hacerlo acompañado de sus nuevos socios. Juntos, Pablo Casado e Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanoss se acercaron para dar un empujón a la alianza azul-naranja. Arrimadas no se trajo la motosierra y posó ante el Árbol de Gernika con la incomodidad mal disimulada que se le vio a su predecesor aquel día en la plaza de Colón. Esta foto también será de las de recordar.

Mientras tanto, Ortega Smith-Molina, parlamentario de Vox acompañó a los candidatos al Parlamento que desearía disolver. Renegó del Estatuto vía negación del contenido de sus competencias; las cuales no debían de haberse cedido nunca, dijo. Hay quien quiere hacernos creer que son como ese primo gamberrete y vocinglero que dice lo que piensa cuando no debe, pero no. Lo de acabar con el sistema parlamentario desde dentro es una idea ya patentada en España y llevada a cabo con éxito en Alemania.

Artículo publicado por el Grupo Noticias el 6 de julio de 2020

Cuestión de confianza

Pasados los primeros días de campaña se van constatando algunas de las previsiones que estábamos esperando; especialmente las que hacen referencia al punto de partida desde el que cada uno de los participantes quieren o les ha tocado jugar. Los dos grandes bloques se confirman y la línea divisoria, por ahora, viene delimitada por el haber ocupado situación de gobierno u oposición en la ante víspera electoral. En este sentido EAJ-PNV presenta su credencial de gestión y su trayectoria en las estructuras institucionales vascas que ha ayudado a crear y que ha gobernado, casi ininterrumpidamente, sólo o en compañía de otros. También los socialistas aparecen como partido que ha gobernado y quiere seguir haciéndolo. Eso sí, con astucia suficiente como para no especificar ni remotamente con quién. Sea cual sea su preferencia, es clara su apuesta inicial por diferenciarse de los que , desde la oposición no se han visto en la tesitura de tomar medidas más allá de reprochar las que el Gobierno ha elegido o presentar alternativas sin el riesgo de conocer cuáles serían sus consecuencias. Esta posición inicial puede resultar de especial relevancia en unas elecciones que se celebran en un entorno en el que la confianza puede resultar clave a la hora de elegir la papeleta a introducir en la urna. La confianza se asienta más en los hechos que en las palabras, en las trayectorias más que en los momentos puntuales.

EH Bildu, que ya ha dejado claro a quién considera su competidor, se presenta como principal alternativa. Sabe cuál es la rueda a la que quiere seguir pero viste tantos maillots que puede acabar por confundir al electorado. En una sociedad cuyo eje izquierda – derecha se sitúa más escorado hacia la izquierda de lo que ocurre en el resto del Estado, la simple alusión a la ecología, la igualdad o la defensa de los derechos humanos, así en general, no marca las diferencias. En una sociedad cada vez más mediática y centrada en la imagen, tampoco ayuda vestir el contenido de blanco si una parte de tu electorado sigue anclada en la ética de décadas pasadas. En parecida situación se encuentra el Partido Popular y Ciudadanos. Alejados del poder en el Gobierno estatal, abrazados al discurso incendiario de sin nosotros , el caos, les va a resultar complicado articular un discurso atrayente de cara al futuro. La desaparición de sus listas de algunos de sus activos más valiosos no se ve solucionada con la repesca de veteranos por mucho que se les pretenda rodear de cara más jóvenes. Especialmente si estas también enarbolan el mismo viejo discurso. Elkarrekin Podemos parece, como el coloso de Rodas, estar con un pie en una orilla, la de la responsabilidad de gobierno en España, y con el pie en la otra, la de la oposición. Entre el sí se puede y el ya no se puede. Recorriendo, a trancas y barrancas, su particular transición; una transición que sus dirigentes estatales parecen haber recorrido en tren de altísima velocidad. El asunto de de los papeles de la CIA son el mejor ejemplo de cómo la confianza crece a la velocidad de la palmera y cae a la velocidad del coco.

Artículo publicado en el Grupo Noticias el 29 de junio de 2020

Urnas al sol

Acostumbrados como empezábamos a estar a que el final de las campañas electorales no finalizaran con individuos encapuchados subiendo al estrado, ni artefactos que segaban vidas, opiniones y conveniencia. Tras casi ocho años en los que parecía asentarse esa normalidad añorada durante tantos y larguísimos años, ahora que parecía ir asentándose, lentamente, sí, pero asentándose a fin de cuentas, y salvo excepciones, la dialéctica con florín frente al espadazo, la seriedad frente a la astracanada; cuando todo esto parecía ser cierto estalla una crisis sanitaria mundial que acaba con miles de vidas, arramplando con todo lo que creíamos era seguro. La sociedad se muestra con toda su complejidad y la responsabilidad individual e institucional se hace más necesaria que nunca. Elegir a quienes van a tener que encarar los próximos años desde el Gobierno, también. En el mundo de la mascarilla, la distancia social, la limpieza de manos y las convocatorias electorales en pleno verano, atraer al electorado y evitar una baja participación se ha vuelto crucial, especialmente para algunos, entre los que se encuentra EAJ-PNV. La gestión de la pandemia puede ser el arma arrojadiza que más de uno esté dispuesto a utilizar, pero visto lo sucedido en Suecia y lo que ahora mismo está ocurriendo en Alemania, puede acabar cortándole las manos a quien la empuñe. Aviso a navegantes o, mejor dicho, a aprendices de doctor que nunca pasaron por la Facultad de Medicina.

EH Bildu concurrirá a esta convocatoria sin la sensación de ahogo que le acompañó a lo largo de la últimas elecciones al Parlamento vasco. Unas elecciones en las que les quedó claro que las campañas sí sirven para algo y cuyo final celebraron como una victoria. De momento, mucho color, alguna bicicleta y, al fondo, la torre de Iberdrola.

También los socialistas vascos pueden sentirse menos acogotados si, como parece, sus compañeros de gobierno en Madrid siguen desfondándose. Primera oportunidad para ver quién de los dos rentabiliza mejor estos primeros meses de convivencia. Si alguien albergaba la esperanza de la unión de las izquierdas, que así se autodenominan, ha visto su gozo en el pozo de la intolerancia y la política de persecución, esa deleznable práctica que no hay acetona que pueda borrar. Hay alianzas que a los que peinamos canas nos es difícil imaginar. Eso y que no es lo mismo ir de comparsa a que, como ocurre en Nafarroa, el primer espada seas tú y que sea el otro quien te lleve la muleta.

Elkarrekin Podemos sigue a lo suyo con ganas renovadas. Su nueva candidata insiste en sacar a la derecha vasca del poder, esa misma derecha que Pablo Iglesias dice le gustaría tener en España. Y hablando de derecha española, habrá que esperar a ver qué aporta al discurso del PP su alianza con Ciudadanos. ¿Se mantendrá la fórmula Aznar/FAES? De Abascal y los suyos es de esperar poco discurso y mucha provocación. Y con respecto al sol, estos siempre se colocan de cara.

SIN EXCUSAS

A lo largo de este verano, las placas memoriales colocadas en recuerdo de cinco víctimas mortales del terrorismo han sido atacadas en tres ocasiones. Los ataques evidencian que sus autores han comprendido muy bien cuáles son las razones que llevaron al Gobierno Municipal, con el apoyo de la mayoría de los grupos políticos del Consistorio, a iniciar este proceso de memoria y recuerdo al que queremos dar continuidad. A pesar que desde su comienzo los medios de comunicación ya recogieron los porqués y objetivos buscados, no viene mal recordarlos ahora.

En primer lugar, cada placa memorial lleva inscrito el nombre y apellidos de la víctima a la que se quiere recordar, no se indica ninguna otra característica personal. Esta decisión no es casual; el nombre y los dos apellidos constituyen el elemento básico que nos identifica como personas y ciudadanas. Las víctimas vivieron en la gran mayoría de los casos, antes y después, un proceso de “cosificación” por parte de sus victimarios y quienes los apoyaron. Despojados de sus rasgos personales se convirtieron en algo difuso, fácilmente integrable en un colectivo sobre el que la acción violenta, mortal o no, estaba presuntamente legitimada. Al hacer únicamente referencia a la persona intentamos desmontar ese juego endemoniado y perverso que permite cualquier justificación de lo sucedido.

En segundo lugar, el hecho de estar ubicadas próximas o en el lugar en que se produjeron los hechos y hacer constar la fecha, permite visualizar la prolongación, tanto en el tiempo como en lo geográfico, de los hechos que queremos traer a la memoria. No se trató de un hecho aislado, ni circunscrito a un área concreta de nuestra ciudad, sino de algo continuado, extendido, porque de otra forma no hubiera sido posible expandir el temor.

Y en tercer lugar, en ellas figura la autoría. No se debe obviar que, fueran o no las víctimas el objetivo prioritario de la acción violenta que provocó su muerte, la acción violenta no fue casual, tiene autoría y resulta ineludible hacerla constar.

Ninguna de estas características ha pasado de largo para quienes las atacan. Porque rompe con la inercia del “algo habrían hecho”, muestra que se prolongó durante décadas y, aunque varias son las autorías, ETA es la que predomina, tanto en el tiempo como en numero de personas asesinadas. Esa es la realidad que un proceso como el de la colocación de placas memoriales deja a la luz. Tal como está concebido, el proceso y la forma de recordar a las víctimas no deja espacio para relatos justificativos. No sigue criterios cronológicos, ya que cada colocación de los elementos memoriales se realiza a medida que los familiares lo van solicitando. No tiene límite en el tiempo, se puede ir sumando paulatinamente, con la cadencia de las peticiones, de las necesidades y situación personal de cada una de los afectados. El impacto, el dolor provocado y el recuerdo se refleja en cada elemento individual, la magnitud de lo vivido se comprende con la globalidad. Es ese dolor y esa magnitud la que no pueden soportar que se reconozca quienes dañan las placas.

El ataque continuado al que son sometidas estas placas memoriales provocan un inmenso dolor en las familias y amigos de las víctimas, tanto en las de las cinco ya colocadas, como en las del resto. Muy a nuestro pesar, la ciudad a la que tanto queremos y asociamos con la vida y disfrute de ella (gastronomía, belleza natural, alegría en sus fiestas, etc..) es para muchas personas sinónimo de un enorme sufrimiento, sentimiento al que se ven expuestas con cada nuevo ataque. Por si fuera poco, la reiteración en los ataques puede provocar algo que sin duda los autores desearían, que muchas familias desistan de querer colocarlas. De nuevo la dinámica del terror, de la presión, del aislamiento, la desaparición en el espacio público.

Estas acciones constituyen también una apelación a la conciencia ciudadana, esa que mayoritariamente, rechazó y rechaza el uso de la violencia y el terrorismo. Durante muchos años, mostrar en el espacio público simpatía o solidaridad con las víctimas exigía de una cierta dosis de valor. Hoy ya no deberían caber excusas.

Desde el Ayuntamiento, con el impulso del Alcalde, Gobierno Municipal y la mayoría de grupos políticos, se aprobó la realización y puesta en marcha de este proceso de Memoria. Un proceso trabajado, largo, que tiene la memoria de las Víctimas como referente. Son ellas las que más han aportado, las que más generosamente se han conducido, las que más esfuerzos han realizado individual o colectivamente, y no las vamos a defraudar. Ya no caben excusas.

Artículo pubicado en Diario Vasco

Salvados por la campaña

En EH Bildu respiran más tranquilos. Se notó desde la primera aparición en rueda de prensa recién conocidos los sondeos a pie de urna y, una vez conocidos los resultados definitivos, el desahogo se tornó en júbilo. Tanta, que oyendo a Arnaldo Otegi parecía que habían ganado las elecciones. No era para menos, porque a esas alturas, en el Museo San Telmo ya nadie recordaba que hace cuatro años salieron a disputarle a EAJ-PNV el primer puesto y que, aún no consiguiéndolo, obtuvieron cuatro escaños más que en la jornada de ayer. Pero, durante ese tiempo, ha pasado mucha agua por debajo de nuestro puente.
Aunque muchos han podido ser los factores que expliquen su inicial angustia y posterior satisfacción, la campaña de EHBildu ha estado marcada por dos hechos; Por una parte, la inhabilitación de Arnaldo Otegi y la insistencia en presentarlo como candidato y, por otra, el tan temido adelantamiento que reflejaban los sondeos por parte de Elkarrekin Podemos. La suma de los dos factores conformaba un contexto en el que EH Bildu salía a competir con la íntima convicción de que su candidato, fuera quien fuese, difícilmente ocuparía la Lehendakaritza. Desprenderse de esa tensión les ha permitido centrarse en su particular pugna con Elkarrekim Podemos.
En general, la campaña de EHBildu ha tenido cierto aroma de toque a arrebato. Puede que el efecto Otegi haya tenido influencia entre sus votantes ya convencidos, pero la obligada coralidad de su candidatura ha permitido a la larga el efecto positivo de contar con una diferencia de voces entonando un mismo discurso. Voces que, como en el caso sus compañeras, distaban del tono y las formas con las que tradicionalmente se ha vestido la Izquierda Abertzale.
La cuestión estriba en si mantendrán ese tono y esa coralidad una vez apagadas las luces del escenario electoral.

(artículo de opinión publicado por el Grupo Noticias el 26 de septiembre de 2016)

El voto indignado

La crisis económica nos ha puesto ante la evidencia de que somos más frágiles de lo que pensábamos; ha dejado claro que hay clases y que nosotros no formamos parte de la que creíamos. A medida que descendía nuestro nivel adquisitivo, aumentó nuestra indignación.
Sentirse indignado se ha convertido en una forma de estar y la indignación en alfalfa para la demagogia. Lugar en el que construir iglesias desde las que predicar sin necesidad de dar trigo, un sitio ideal para prometer la Luna sin saber cómo construir un cohete.
Hay motivos para la indignación, siempre los ha habido. Indignación al ver cómo, quienes trataron de dinamitar la construcción institucional de la Euskadi en la que vivimos, hoy pelean por conseguir el mayor número posible de asientos en el Parlamento vascongado.
Indignación por el incumplimiento del Estatuto vasco que todos los partidos estatales, uno tras otro, han ido perpetrando desde el fallecimiento de aquel monstruo al que bautizaron LOAPA. Herederos de una España que, tras siglo y medio dando trompicones por la Historia, sigue percibiendo nuestro País como una pequeña china en su gran zapato.
Indignación cada vez que un representante político asimila el principio de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición con el intento de ganar una guerra perdida hace ochenta años, o cuando vemos echar mano del recurso de no dividir a la sociedad para hurtar debates que llevan décadas pendientes.
Indignación ante quienes critican en Euskadi, por insuficiente, una política social que son incapaces de poner en marcha en el resto del Estado español.
Y qué sentir ante los amantes de la diversidad cultural y la letra eñe; defensores de cualquier medida llamada a expandir la cultura española, iracundos agraviados por cada céntimo de euro dedicado a la cultura vasca o al euskera.
Con todo, la indignación es gasolina para la acción, pero representa un lastre para la racionalización. El desahogo del voto del cabreo es una tentación que puede salir cara. Que se lo pregunten a los miles de británicos que quisieron patear al stablishment votando salir de la Unión Europea y al día siguiente, al ser conscientes de su decisión, querían repetir la votación. ¿Cómo será el día después de los estadounidenses que habitan en los márgenes del sueño americano si perseveran en su apoyo a un millonario que no comparte ninguna de sus necesidades?
Aquí y allá, los beneficiados del voto indignado son, y han sido, maestros en el manejo de la desilusión. Magos con la chistera llena de soluciones sencillas a problemas complejos. Dueños de un mundo de dos colores: todo o nada, indignación versus resignación, grande o pequeño. Su desprecio por lo construido sólo denota ignorancia acerca del esfuerzo que ha habido que hacer para llegar hasta aquí.

A la desesperada

Si todas las campañas electorales tienen cierto aroma a exámenes de recuperación, esta se ha convertido para alguno de sus participantes en una carrera a la desesperada.
Para ellos, el número de escaños en el Parlamento Vasco no es lo único que está en juego. Si no, cómo entender el desembarco de elefantes populares en nuestra pequeña cacharrería o la recién adquirida afición al video casero del PSE.
Lo del Partido Popular no tiene desperdicio. Primero, Saénz de Santamaría y sus poco veladas denuncias de corrupción en Euskadi. Con un par y cero pruebas. Luego, Cospedal, Secretaria General del partido, con el discurso de la ultraderechista Marine Le Pen traducido directamente del francés al castellano. Después Alonso, retrotrayéndonos al más puro discurso aznariano, dictando quién tiene y quién no derecho al estatus de víctima. Y por si fueran pocos, aparece Rajoy, el sastre incapaz de tejer un acuerdo, afeando a los demás el hecho de alcanzarlos.
Mención a parte merece lo del PSE. Su Secretario General, Pedro Sánchez, es otro de los que han arribado a esas tierras con intención de hablar de su libro; un texto huérfano de tramas centradas en Euskadi y con mucha escena de cuchillos volando en la oscuridad. Ante tal situación alguien ha debido pensar que era mejor pasar a otro soporte para contar historias. Si sus primeros días de campaña parecían dirigidos a revindicar la parte que pudiera tocarles de la construcción de la Esukadi social, los guionistas han decidido darle un giro a la trama, abandonar ese argumento y darse un chapuzón en las procelosas aguas de la edición de videos. Grabaciones con olor a naftalina ideológica que retrotraen a Unidad Alavesa en los que, con sólo con darle al play, quedan borrados consensos de décadas de los que el PSE formó parte.
EH Bildu, que en las pasadas elecciones vascas salieron a disputar el primer puesto, hoy tratan no quedar terceros y jugar una posterior carambola de pacto con Podemos. Si a esto sumamos que parte de su candidatura ahora afirma que votaba a Ibarretxe y otra glosa la figura del Lehendakari Aguirre, alguien ha decidido que mejor volver a la épica de siempre antes que le dé un mareo al personal. Vuelta, pues, a la catarsis colectiva de aquellos años del Velódromo de Donostia a rebosar de humo y goras a la lucha armada, solo que esta vez en Miribilla, con menos humo y más colorín.
A Elkarrekin Podemos, no se sabe si por falta de recursos escénicos para cambiar de registro o por el perfil de su candidata, sólo les falta comparecer en pantalla de plasma,
Y finalmente, EAJ-PNV, con la ventaja de la confianza que Urkullu trasmite a amplios sectores de la sociedad y el hándicap de que estos se confíen creyendo que las elecciones se ganan en las encuestas.

Artículo publicado por el Grupo Noticias el 19 de septiembre de 2016